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Dos textos sobre el pensamiento de Michel Foucault

Para este fin de semestre y fin de ciclo escolar, les compartimos un par de textos sobre la filosofía de un gran pensador, muy vigente todavía en todas las propuestas relacionadas con el análisis de la cultura y la sociedad. Este trabajo es producto de la reflexión llevada a cabo en las sesiones de aula de la Unidad de Aprendizaje Curricular de Humanidades II.

 

El saber y el poder en Foucault

Déborah Sicarú Sumoza Carballo


Foucault fue un autor que reflexionó sobre todo tipo de temas, desde la filosofía hasta la medicina, y lo que los une a todos es su obsesión con el poder y el saber, y cómo estos interactúan para dar forma a nuestra comprensión del mundo y nuestras experiencias sociales. Básicamente, dice que el saber y el poder están entrelazados. No sólo que el conocimiento te dé poder, sino que quien tiene el poder decide qué es verdad y qué no, por lo tanto, ejercen una influencia significativa sobre lo que sabemos y creemos dentro de la sociedad y todo lo que hacemos.


Ahora, ¿qué pasa con la idea de la verdad absoluta? Foucault dice que no hay verdad definitiva. Lo que sabemos y creemos está influenciado por quienes tienen el poder de decidirlo. Entonces la verdad es relativa, nadie puede afirmar que tiene una verdad definitiva, sobre ningún tema.

 

Otro aspecto central del que habla es la categorización de las personas en lo normal y anormal. Él cuestiona la idea de que la normalidad es un estado fijo y argumenta que nuestras concepciones sobre ello varían según el contexto cultural y las relaciones de poder. Estas categorías son socialmente construidas y pueden ser utilizadas para marginar grupos sociales.


Además, Foucault explora el papel del lenguaje y las instituciones; argumenta que el lenguaje es una herramienta para el ejercicio del poder, ya que define y describe a las personas. Las instituciones, como las escuelas o las prisiones, también son importantes para ejercerlo. Aborda también el concepto de imposición como una manifestación de poder, donde una minoría ejerce control sobre la mayoría a través del saber y las instituciones. Esta imposición se materializa en la creación de presupuestos y prejuicios sobre lo que se considera normal y anormal en la sociedad. Por ejemplo, las instituciones, como los hospitales psiquiátricos, usados para excluir y marginar a aquellos que no se ajustan a las normas preestablecidas.


Un presupuesto, en el contexto del pensamiento de Foucault, se refiere a las ideas y creencias que son aceptadas como verdades por la mayoría, pero que a veces no cuestionamos filosóficamente y las damos por sentadas.


En resumen, Foucault nos invita a examinar críticamente las relaciones de poder y saber que moldean nuestras vidas y a considerar cómo estas relaciones influyen en la exclusión de la mayoría en favor de una minoría que ejerce el poder.

 

Lo normal y lo anormal en la sociedad

Zazili Ariadna Ochoa García


El filósofo Paul- Michel Foucault o, como él se quiso llamar, Michel Foucault, nació en una ciudad de la provincia francesa. Cuando tenía 13 años, la Segunda Guerra Mundial estaba empezando, ésta fue una prueba dura que debió enfrentar, y a los 17 años rechazó las insistencias de su padre por convertirse en médico.


Antes de este filósofo, hubo otro intelectual francés muy famoso, Jean Paul Sartre, quien se erigió como un pensador reconocido y como una importante figura nacional; después de Sartre, en la Francia de los años 60s se discutió quién lo iba a relevar como referente del pensamiento francés, y entre los candidatos estaba Michel Foucault.


Foucault estudió campos muy diversos, pero lo que le dio unidad a sus tan inmensas reflexiones fue su interés por una idea en particular: “el saber es poder”, ya que estaba muy interesado en el saber de los seres humanos, y en el poder que actúa sobre ellos.


 

Analicemos con detalle esta frase: “saber es poder”. Primero, ¿qué es el saber? Podríamos decir que es el intento de conocer la verdad absoluta, pero ¿ésta realmente existe? No, no existe ninguna verdad absoluta, entonces, el saber es lo que un grupo de gente decide que es verdad. Cuando hablamos de las ciencias sociales, según Foucault, la gente construye e impone la verdad, al hacer esto están decidiendo cuestiones que definen a la humanidad y afectan a nuestra sociedad en general. Si la mayor parte de la humanidad cree en estas cuestiones, se les empiezan a conocer como las verdades más importantes en comparación con alguna otra verdad desconocida.


Pero, ¿cómo es posible que todos los demás aceptemos esos ideales? Aquí es donde se utiliza el saber y el poder, en realidad las verdades absolutas las aprendemos desde niños a través del lenguaje impuesto por el saber-poder. Ahora, las ciencias humanas también usan el saber-poder, pero a través de las instituciones, tales como las prisiones, las fábricas, las escuelas, los tribunales y los hospitales psiquiátricos, en donde se intenta tratar y curar a la gente “anormal”, o a todo lo anormal, lo cual podríamos definir como todo lo que difiere de lo normal y, en este caso, de todo lo que nos rodea.


Foucault, al estudiar varios textos históricos, puso en cuestión esos presupuestos, pues en algún momento, el comportamiento que hoy en día se critica, en otro momento pudo haber sido alabado. Las sociedades y las ciencias humanas han promovido la exclusión de la gente “anormal”, pero, a pesar de que sean excluidos, no significa que no sean una parte importante de nuestra cultura, pues es lo “anormal” con lo que terminamos identificando qué es lo normal, sin el primero el segundo no existiría.


El estudio de la anormalidad es uno de los recursos más utilizados para establecer las relaciones de poder en la sociedad, en este caso, la persona normal tiene un poder sobre la persona anormal, ya que desde un principio se le ha decretado como una verdad absoluta que los “anormales” carecen de conocimiento y, por lo tanto de saber, ésta es la clave para no darles ningún poder. ¿Se te ocurre algún ejemplo?

 

 

 

 

 

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